Hay dolor porque no estás.
Mi perro ha muerto. Lo enterré en el jardín junto a una vieja máquina oxidada. Allí, no más abajo, ni más arriba, se juntará conmigo alguna vez. Ahora él ya se fue con su pelaje, su mala educación, su nariz iría.
Y yo, materialista que no cree en el celeste cielo prometido para ningún humano, para este perro o para todo perro creo en el cielo, sí, creo en un cielo donde yo no entraré, pero él me espera ondulando su cola de abanico para que yo al llegar tenga amistades.
Ay no diré la tristeza en la tierra de no tenerlo más por compañero, que para mí jamás fue un servidor. Tuvo hacia mí la amistad de un erizo que conservaba su soberanía, la amistad de una estrella independienre sin más intimidad que la precisa, sin exageraciones: no se trepaba sobre mi vestuario llenándome de pelos o de sarna, no se frotaba contra mi rodilla como otros perros obsesos sexuales.
No, mi perro me miraba dándome la atención que necesito, la atención necesaria para hacer comprender a un vanidoso que siendo perro él, con esos ojos, más puros que los míos, perdía el tiempo, pero me miraba con la mirada que me reservó toda su dulce, su peluda vida, su silenciosa vida, cerca de mí, sin molestarme nunca, y sin pedirme nada.
Ay cuántas veces quise tener cola andando junto a él por las orillas del mar, en el invierno de Isla Negra, en la gran soledad: arriba el aire traspasado de pájaros glaciales, y mi perro brincando, hirsuto, lleno de voltaje marino en movimiento: mi perro vagabundo y olfatorio enarbolando su cola dorada frente a frente al Océano y su espuma.
Alegre, alegre, alegre como los perros saben ser felices, sin nada más, con el absolutismo de la naturaleza descarada. No hay adiós a mi perro que se ha muerto. Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.
Ya se fue y lo enterré, y eso era todo.
Recuerdo que hace años murió Tripi y Pablo que era muy pequeño preguntó...
¿Mamá, Tripi está en el cielo?
Claro que sí. Al cielo van los perros buenos y él ha sido excepcional. SÍ, está en el cielo.
Entonces mamá cómo es
¿ la cabeza con alitas o entero con las alas?
Yo sé que eres entero y con alas y que estás en el cielo. Pelota va pelota viene , volviendo loco al de las llaves.
Y lo sé porque Gonzalo siempre me hablaba de ti . Si pasaba unos días sin verte se ponía mohíno y empezaba a hablar de tus virtudes y virtudes, porque defectos como que no te veía. Bueno unos días sin verte no, unas horas eran suficientes para contarnos cómo era Póker, lo bien que se lo pasaba contigo, que te gustaba mucho jugar o más bien que eras incansable. Que te gustaban las patatas cocidas y el pescado... a mi también. En fin cosas que dicen los enamorados con la cara iluminada. Tantas cosas...
Estoy triste porque Gonzalo ha perdido un trocito de su alma que nunca recuperará, pero sabe que sin ti su vida habría sido peor, más vacía, menos generosa y muuuucho más aburrida.
Siento no haberte conocido y no haber contestado a tu nota pero la vida pasa y cuando te quieres dar cuenta...
Sé que no me lo tienes en cuenta.
Póker mientras me esperas en el cielo y con tu permiso, quiero que sepas que aunque no se jugar , ni mirar , ni querer a Gonza como lo has hecho tú, yo estaré para cuando él necesite un cuatro patas con quién hablar y contarle esas cosas que sólo nos pueden ladrar a nosotros. Así aliviaré un poco tu ausencia.
Pon orden allí arriba,
busca a Joe y dale recuerdos.
Quizás esté con Mina que acaba de llegar. Cuando la veas, es esta preciosidad, trátala como a una reina.
Es guapa ¿verdad? Mira ¿no buscabas una novia? pues ale anímate.
Dió mucho amor y felicidad a Coral y Juana que también viven su ausencia.
¿Qué tenemos, qué les damos?
Ya no miraremos al cielo como antes, ahora lo haremos sonriendo, con complicidad y amor.
Besos y lametones... guau.
Tu amigo Haroldpinter.
mi perro ha muerto...
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