Yo no puedo con las tormentas, en cuanto la huelo es que me pongo enfermo. Los truenos me dan muuuucho miedo, cuando los escucho, con el rabo entre las patas, temblando y tiritando,
corro a refugiarme a mi armario favorito, mi cobijo, el lugar en el que me siento más seguro y protegido.
El otro día me contaba mi vecino Olmo que él se descontrola, le da taquicardia, temblores, nauseas, falta de aire, sensación de irrealidad y miedo a morir, entre otras cosas. No me extraña porque es muy chiquitito y le retumban hasta las pestañas.
Conozco a alguno que le da hasta fiebre.
Me han explicado que esto es muy común entre nosotros porque tenemos una capacidad auditiva muy por encima de los humanos. Ellos pueden oir, diferenciar sonidos entre los 17 y 20 hertzios
frente a los 60 nuestros y los 65 de los gatos. Los pobres ¡que sensibles!. En fin, como veras la diferencia es sustancial, una pasada.
Vivo en el centro de Madrid y no os podéis imaginar lo que es pasar aquí unas navidades
y un finde... año, entre otras cosas.
Desde que pongo una pata en la calle estoy deseando volver porque me paso los paseos apretujado entre zapatos, piernas, medias, pantalones, abrigos...
y esquivando a algún malvado niño o adulto que petardazo va petardazo viene se divierten. Esto es la tormenta interminable.
Si supieran... esos sonidos fuertes como me ponen. Son como una tormenta que no suena en el cielo sino en el suelo, a mis patas. No soy un histérico, es que me voy a quedar sordo, coño.
Estoy con un ataque de ansiedad que he acabado con los orfidales y ahora voy a por los lexatines.
¿ Por qué los humanos celebran a petardazos?
Señor dios, señor dios, que llegue el día 7 ¡YA!
Si nos quieres,
córtate.
En estas entrañables fiestas métete los petardos por el na na na nana nanana.
PD:
Los valencianos fumaros un peta,
relaja mucho. ;)