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martes, 17 de diciembre de 2013

La solfónica...

Saben dónde, cuando 
y cómo tienen que estar.
Son una marea silenciosa 
que va llegando sin pedir permiso. 
 
Poco a poco se van haciendo un hueco,
se colocan y cambian impresiones.
Desenfundan sus armas,
 las afinan, se coordinan, 
se miran, sonrien...
e irrumpen con su música indignada.
 
Son la Solfónica.
 
Orquesta 
 
y coro  de ciudadanos
 que nos regalan su música
y sus voces
 
como nueva fórmula 
de activismo creativo.
 
Cantan las quejas, el dolor, 
la rabia, la impotencia,
 el sufrimiento, los sinsabores,
 la miseria, la incomprensión, 
el desasosiego, la impotencia...
 
Tocan con emociones, con  ternura, amistad, solidaridad,
con orgullo, con firmeza, con amor.
 
Pero siempre con alegria
Saben que sus voces 
son nuestras voces
 
que ponen armonía a la sinrazón.
 
Sin darnos cuenta 
ya están acabando,
 
su último grito:
 
un canto a la libertad...
Hermano, aquí mi mano, será tuya mi frente, y tu gesto de siempre caerá sin levantar huracanes de miedo ante la libertad.
También será posible que esa hermosa mañana ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver; pero habrá que forzarla para que pueda ser... 
La calle sube el volumen  
de sus lamentos. 
 Mientras, entre besos, lágrimas y gracias emocionadas 
recogen y se dispersan
El camino de vuelta suena a esperanza...
Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad.
La Solfónica como siempre,
 dando la nota.



Si Labordeta levantara la cabeza… 
¡A la mierda!

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