EL KINZE de Cuchilleros
Cuchilleros 15
28005 Madrid
Horario... de lunes a viernes... 9:00 a 20:00
sábados ............ 9:00 a 14:00
teléfono... 91 366 5887
barberia15@gmail.com
- CORTE DE PELO
- CORTE PARA NIÑOS
- SERVICIO COMPLETO:
- CORTE DE PELO
- CORTE PARA NIÑOS
- SERVICIO COMPLETO:
LAVADO, CORTE Y PEINADO
- COLORACION DEL PELO
TOTAL O PARCIAL
- SERVICIO DE BARBERIA
RASURADO DEL VELLO DE LA CARA AL RAS DE LA PIEL
RECORTE Y CUIDADO DE LA BARBA
¿Cómo dice que lo quiere?
Se preguntaban los tortolitos de Thomas A.Edison
en las primeras imágenes pícaras grabadas en 1900.
El siglo comenzaba bien.
Y no solo para ellos.
También para los vecinos de la calle Cuchilleros
que a diario escuchaban la misma pregunta:
¿Cómo dice que lo quiere?
Las palabras salían de la nueva barbería-peluquería
para caballeros que D. Eladio Gurumeta acababa
de abrir el día 2 de enero.
El corte de pelo salía a 50 céntimos
mientras se alumbraban con candiles de carburo.
La mayoría prefería contratar una iguala o trato.
Por 30 pesetas al año tenías derecho a un corte de pelo quincenal y a un afeitado semanal.
En 1910, el viñetista francés Villemard imaginó cómo sería
la barbería en el año 2000:
robotizada
Pues NO,
116 años y cinco generaciones después
el trato con el cliente sigue siendo atento y personalizado.
El Kinze de Cuchilleros es la peluquería
más antigua de Madrid.
Y a sus mandos Rafael López, con 52 años de oficio y
su socio Alfonso Sanchidrián con 29.
A ellos se unen un gran equipo de profesionales.
El corte de pelo
o la barba ha ido variando según usos y costumbres
En el Kinze están a la última en las modas y en higiene y
esterilización del material de trabajo.
La estética del local
no ha variado con los años.
La esencia sigue siendo la misma
y conservan el pasado
en utensilios como
el esterilizador , que utilizaba pastillas de cianuro para desinfectar.
Esta bacía o palangana metálica de borde muy ancho
y con una hendidura para apoyar el cuello,
usada por el barbero para remojar las barbas.
Jaboneras
Sillones Acha de Eibar.
radio,
suelo...
o esta colección de cuchillas.
Pasa del self-service y déjate mimar.
¿A que parece aquí y ahora?
Abierto todo el día sin interrupción
para recibir a vecinos,
transeúntes y famosos deportistas, artistas y literatos que
encuentran en esta barbería un lugar
discreto, eficaz, profesional, amable y acogedor
para embellecer sus caras
y valiosas testas.
Sin prisas pero sin pausa y con un muy buen ambiente
hasta mañana
que será un volver a empezar.
A la peluquería se entra por la calle de Cuchilleros
pero también tiene entrada por el 16 de la calle Toledo
Un privilegio de lugar que atraviesa dos castizas calles,
dos arcos de la Plaza Mayor.
En la puerta de la barbería durante muuuuuchos años te recibía este precioso sillón
que cambió de sitio
y murió desgastado.
¿Por qué?
Solución: ha sido reemplazado por un cartel recortable en el que si metes la cara
te haces una foto en la barbería.
Eladio Gurumeta trasladó su peluquería de la Plaza Mayor a la calle Cuchilleros y la inauguró el 2 de enero de 1900 con 8 oficiales y un aprendiz. Cuando este murió, su viuda se la vendió a uno de sus oficiales, Fernando Coello. De él pasó a su hijo Guillermo. De Guillermo a
Rafael y Alfonso Sanchidrián padre.
Y ahora sigue Rafael con Alfonso Sanchidrián hijo.
Unas malas notas tienen la culpa de que Rafael López se hiciera peluquero.
Su padre le castigó a trabajar durante el verano
en una peluquería.
A los tres meses y antes de empezar el curso, le ofrecieron trabajo pero sin remunerar. Tenía 19 años y como no quería seguir estudiando decidió migrar a Barcelona en busca de un futuro más prometedor.
Salió de Jaen en tren y llegó a Madrid. Tenía una parada de varias horas antes de partir a tierras catalanas, lo que aprovechó Rafael para hacer turismo.
Hizo lo típico, visitar el centro de la ciudad. Pasó por delante de una peluquería que llamó su atención. Sin pensarlo entró y preguntó ¿Necesitan peluqueros?
Sí y le pusieron a trabajar. Desde entonces este es el sitio de su trabajo, de su felicidad, de su recreo.
Seguir la tradición de la saga y amor a una profesión
son las motivaciones de Alfonso, el tercer peluquero
de la familia, después de su abuela y su padre.
Aprendió el oficio y sabe que acertó en la elección.
Es la savia nueva que permite que las modas cambien
con los años pero el Kinze permanezca inalterable.
Desde hace años son propietarios del local que unido a la calidad de su trabajo y su trato inmejorable con el cliente, les permite tener una envidiable filosofía de vida que mantienen con los años.
Para poder trabajar las barbas en condiciones óptimas, los barberos necesitaban que los clientes las pusieran en remojo con agua caliente.
Para ir ganando tiempo hacían una cadena de trabajo que consistía en que mientras cortaba las barbas de uno el siguiente remojaba las suyas en una bacía.
O lo que es lo mismo:
en las primeras imágenes pícaras grabadas en 1900.
El siglo comenzaba bien.
Y no solo para ellos.
También para los vecinos de la calle Cuchilleros
que a diario escuchaban la misma pregunta:
¿Cómo dice que lo quiere?
Las palabras salían de la nueva barbería-peluquería
para caballeros que D. Eladio Gurumeta acababa
de abrir el día 2 de enero.
El corte de pelo salía a 50 céntimos
mientras se alumbraban con candiles de carburo.
La mayoría prefería contratar una iguala o trato.
Por 30 pesetas al año tenías derecho a un corte de pelo quincenal y a un afeitado semanal.
En 1910, el viñetista francés Villemard imaginó cómo sería
la barbería en el año 2000:
robotizada
Pues NO,
116 años y cinco generaciones después
el trato con el cliente sigue siendo atento y personalizado.
El Kinze de Cuchilleros es la peluquería
más antigua de Madrid.
Y a sus mandos Rafael López, con 52 años de oficio y
su socio Alfonso Sanchidrián con 29.
A ellos se unen un gran equipo de profesionales.
El corte de pelo
o la barba ha ido variando según usos y costumbres
En el Kinze están a la última en las modas y en higiene y
esterilización del material de trabajo.
La estética del local
no ha variado con los años.
La esencia sigue siendo la misma
y conservan el pasado
en utensilios como
el esterilizador , que utilizaba pastillas de cianuro para desinfectar.
Esta bacía o palangana metálica de borde muy ancho
y con una hendidura para apoyar el cuello,
usada por el barbero para remojar las barbas.
Jaboneras
Sillones Acha de Eibar.
radio,
suelo...
o esta colección de cuchillas.
Pasa del self-service y déjate mimar.
¿A que parece aquí y ahora?
Abierto todo el día sin interrupción
para recibir a vecinos,
transeúntes y famosos deportistas, artistas y literatos que
encuentran en esta barbería un lugar
discreto, eficaz, profesional, amable y acogedor
para embellecer sus caras
y valiosas testas.
Sin prisas pero sin pausa y con un muy buen ambiente
llegan las 20:00 y echan el cierre
hasta mañana
que será un volver a empezar.
A la peluquería se entra por la calle de Cuchilleros
pero también tiene entrada por el 16 de la calle Toledo
Un privilegio de lugar que atraviesa dos castizas calles,
dos arcos de la Plaza Mayor.
En la puerta de la barbería durante muuuuuchos años te recibía este precioso sillón
que cambió de sitio
y murió desgastado.
¿Por qué?
Porque riadas de turistas recorren
a diario las calles de Madrid.
con parada obligatoria, explicación y foto en el Kinze.
De tanta foto y tanto sentarse lo destrozaron.
Solución: ha sido reemplazado por un cartel recortable en el que si metes la cara
te haces una foto en la barbería.
Harold lo echa de menos.
Eladio Gurumeta trasladó su peluquería de la Plaza Mayor a la calle Cuchilleros y la inauguró el 2 de enero de 1900 con 8 oficiales y un aprendiz. Cuando este murió, su viuda se la vendió a uno de sus oficiales, Fernando Coello. De él pasó a su hijo Guillermo. De Guillermo a
Rafael y Alfonso Sanchidrián padre.
Y ahora sigue Rafael con Alfonso Sanchidrián hijo.
Unas malas notas tienen la culpa de que Rafael López se hiciera peluquero.
Su padre le castigó a trabajar durante el verano
en una peluquería.
A los tres meses y antes de empezar el curso, le ofrecieron trabajo pero sin remunerar. Tenía 19 años y como no quería seguir estudiando decidió migrar a Barcelona en busca de un futuro más prometedor.
Salió de Jaen en tren y llegó a Madrid. Tenía una parada de varias horas antes de partir a tierras catalanas, lo que aprovechó Rafael para hacer turismo.
Hizo lo típico, visitar el centro de la ciudad. Pasó por delante de una peluquería que llamó su atención. Sin pensarlo entró y preguntó ¿Necesitan peluqueros?
Sí y le pusieron a trabajar. Desde entonces este es el sitio de su trabajo, de su felicidad, de su recreo.
Seguir la tradición de la saga y amor a una profesión
son las motivaciones de Alfonso, el tercer peluquero
de la familia, después de su abuela y su padre.
Aprendió el oficio y sabe que acertó en la elección.
Es la savia nueva que permite que las modas cambien
con los años pero el Kinze permanezca inalterable.
Desde hace años son propietarios del local que unido a la calidad de su trabajo y su trato inmejorable con el cliente, les permite tener una envidiable filosofía de vida que mantienen con los años.
Para poder trabajar las barbas en condiciones óptimas, los barberos necesitaban que los clientes las pusieran en remojo con agua caliente.
Para ir ganando tiempo hacían una cadena de trabajo que consistía en que mientras cortaba las barbas de uno el siguiente remojaba las suyas en una bacía.
O lo que es lo mismo:
“Barbam propinqui radere, heus, cum videris, prabe lavandos barbula prudens pilos” o “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.
Dicho o refrán que ha ampliado su significado con los años, adquiriendo un sentido generalizado de prevención.
¿Quién ha tenido la barba más larga?
Cada uno apunta al suyo, pero todos tienen su aquel.
Hans Steininger es famoso por ser el hombre con la barba más larga de la historia. Para nosotros siempre será conocido como“Mister ironía”, ¿queréis saber por qué?
Hans Steininger fue un austríaco muy conocido en su época por tener una barba terriblemente larga. Tanto cuidó su barba que llegó a conseguir el record Guiness (todavía imbatido) por tener la barba más larga del mundo. Ésta llegó a medir 1,40 metros de largo, casi lo mismo que su estatura. Su barba era su pasión y su objeto de obsesión, una especie de gollum y el anillo del poder. Le dedicaba horas a su cuidado para que los cabellos siguieran fuertes y no se rompieran por el peso de esta. Para Hans cualquier labor rutinaria suponía un esfuerzo al tener que cargar con tal peso. Incluso para caminar tenía que recogerla alrededor de los hombros para no tropezar con ella.
Un buen día de 1567, un incendio asoló la ciudad de Hans. Intentando huir de las llamas el devoto barbudo pasó por alto una de las acciones que más veces repetía a lo largo del día: caminar. Hans olvido recogerse la barba antes de echarse a correr, por lo que se enredó con la barba tropezando y rompiéndose el cuello en la caída.
Gracioso y cruel, esta es la historia del hombre que más años ha pasado cuidando de una barba. A pesar conseguir un Guinness por ello, no pudo evitar que esta fuera el motivo de su muerte.
Imaginad a un hombre con la barba tan larga que necesitase un siervo que se la sujetase mientras meaba, que vigilara para que su señor no se la pisara o se le enredara en el diario. Se trata del barbudo más barbudo jamás documentado: Zachariah Taylor Wilcox (1847-1922) cultivó una antológica barba de 4’27 metros a lo largo de 41 años. Este veterano de la Guerra de Secesión (1861-1865) habría perdido una apuesta hacia el año 1881. EN dicha apuesta Zachariah habría apostado con un antiguo camarada no afeitarse de por vida. De acuerdo a la versión alternativa, un mal afeitado cuyo resultado habrían sido severos cortes en el rostro le determinaron a no volver a afeitarse.
Fuera como fuere, su barba le generó una identidad de venerable y sabio, así como escribir su nombre en la historia de la barba.
¿Cómo pensaban en el año 1900 que sería la vida 100 años después? Unos artistas franceses lo plasmaron en unos cromos que se vendieron como coleccionables. Hicieron hasta 87 viñetas que hoy día pueden verse en la Biblioteca Nacional de Francia. Es curioso ver cómo sueñan y plasman los avances tecnológicos pero no les cambian la moda en el vestir que sigue siendo de la Belle Epoque.
Ya sabemos cómo imaginaron una peluquería,
pero ¿y del resto? Así nos vieron: